Las teorías acerca del origen del Pug han provocado grandes debates a lo largo de los años. Algunos creían que la raza era originaria del Lejano Oriente, mientras que otros pensaban que fue en Europa. Actualmente se acepta, mayoritariamente, que el Pug tuvo su origen en China, desde donde pasó a Japón y más tarde a Europa. Es también bastante probable que el chato Pug, cruzado con otras razas europeas dolicocéfalas (de cráneo largo), sea antepasado de muchas otras razas braquicéfalas (de cráneo redondo).
En China existe, desde hace mucho tiempo, una raza canina llamada Happa (a veces se escribe Ha-pa), que es similar a un Pequinés con el pelo liso. De hecho, mucha gente cree que el Happa podría ser el antepasado del Pug. Los perros chatos son conocidos en China con el nombre de Lo-sze y, aunque puede que fueran conocidos en tiempos tan remotos como en el año 1115 a.C., no existen pruebas de su existencia hasta el año 663 a.C. El Lo-sze poseía unas características que lo distinguían claramente del Pequinés: su hocico era diferente, la capa era corta y las orejas eran pequeñas y en forma de hoja de parra. Hacia el año 732 d.C. leemos acerca de la existencia de un can pequeño y chato llamado perro Suchuan pai que fue enviado, junto con otros regalos, de Corea a Japón.
El nombre «Pug»
La palabra «Pai» fue utilizada para designar a este tipo de perro y es posible que a los oídos europeos este nombre se pareciera al que se utiliza actualmente en Occidente: «Pug». En 1731, se definía la palabra «pug» como el apodo de un mono o un perro. Los titís eran mascotas populares en esa época y es probable que la cara chata del Pug hiciera que compartieran ese nombre.
Otra posibilidad es que el nombre derive de la palabra latina pugnus, que significa «puño», ya que había gente que pensaba que la cara del Pug se parecía a un puño cerrado. La palabra «pug» o «pugge» era también un término cariñoso, aunque puede que también derivara de «Puck», lo que evoca imágenes shakesperianas de una cara traviesa.
En algunos países europeos, el Pug sigue siendo conocido con el nombre de «Mops», que procede de la palabra holandesa Mopshund. El verbo mopperen significa «refunfuñar» y puede que el nombre «Mops» se comenzara a utilizar debido al aspecto arrugado y con el ceño fruncido de este perro.
En Francia, el nombre utilizado fue el de Carlino, en honor a un conocido actor del siglo XVIII famoso por su papel como Arlequín. Se cree que en Francia se utilizó y se sigue utilizando el nombre Carlino debido a la máscara negra de esta raza.
La raza en China
En China, los perros eran frecuentemente tratados casi como miembros de la realeza, e incluso a algunos se les conferían títulos. Eran celosamente vigilados y muchos disponían de sirvientes que les cuidaban y procuraban que dispusieran de todas las comodidades. Por ello, el Pug era poseído, principalmente, por el círculo de la corte o por los miembros de las clases gobernantes y, con frecuencia, estos perros eran tratados como objetos preciosos.
El Pug disfrutó de una gran popularidad en China, por lo menos hasta el siglo XII, pero a partir de ahí el interés pareció decrecer y existen pocas menciones de esta raza hasta principios del siglo XVI.
El Pug llega a Occidente
Actualmente se acepta generalmente que el Pug tuvo su origen en Oriente y que acabó por llegar a Europa. Se parecía mucho a la raza que conocemos hoy día. Mucha gente creía que el Pug procedía de las razas de tipo Mastiff, con antepasados tales como los perros de pelea de la antigua Grecia. Ciertamente, en Europa se dieron algunos cruces extraordinarios, tiempo ha, con el Bulldog, entre otros, pero en China el objetivo era, claramente, criar perros tan fieles al tipo como fuera posible. Son estos perros los que supusieron una firme base para el Pug actual.
Antes de llegar a Occidente, el Pug era popular en toda Asia y parece que llegó hasta Europa pasando por Rusia. Se dice que la zarina Catalina la Grande de Rusia tenía un gran número de Pug y de loros en una misma habitación. Uno no puede sino imaginarse tal escena. Lo que es quizá igualmente fascinante es la imagen que nos podemos hacer al saber que varios de los perros de esta zarina la acompañaban siempre a la iglesia.
El Pug ha estado muy relacionado con Holanda, ya que ha sido muy popular en ese país, y al principio eran llamados «Mastiff Holandeses». Este nombre podría explicar la confusión que surgió acerca del origen de la raza. Los Pug holandeses estaban, ciertamente, destinados a tener una gran influencia en su difusión por toda Europa.
La Compañía Holandesa de las Indias Orientales jugó un papel importante en el comercio con Oriente. Está claro que en muchos de los viajes de vuelta de los barcos se trajeron tanto Pug como Pequineses como preciado cargamento. Se dice que un Pug salvó la vida de Guillermo I de Nassau (llamado el Taciturno) cuando en Hermigny, alrededor de 1572, este rey se encontró con un ataque por sorpresa de las tropas españolas. Cuando el Pug escuchó el rumor de las tropas, armó mucho escándalo, rascando y lloriqueando, y saltó encima del monarca para despertarle. A partir de entonces, Guillermo I siempre tuvo perros de este tipo y, como consecuencia, los Pug fueron la raza favorita en la corte holandesa.
El Pug llega a Inglaterra
Un nieto de Guillermo I de Nassau era Guillermo de Orange, y llegó a Inglaterra con su mujer, María, en 1688, para ocupar el trono inglés. Junto con la pareja vinieron muchos Pug. Cada uno llevaba un lazo naranja en torno a su cuello para denotar que pertenecían a la casa real de Orange. Esta raza pronto encontró aceptación en Inglaterra, donde fue conocida como el Pug holandés, aunque más tarde el nombre que se utilizó con mayor frecuencia fue el de Pug o Pug-dog.
En la Gran Bretaña dieciochesca el Pug se puso muy de moda no sólo en la corte, sino también entre la gente con un cierto rango social. De hecho, cuando las mujeres salían de casa era bastante frecuente que fueran acompañadas por un sirviente ataviado con un turbante y por un Pug. La reina Carlota, esposa del rey Jorge III (1760- 1820), era también muy aficionada a la raza y poseía muchos ejemplares, uno de los cuales aparece en un cuadro que se puede ver en Hampton Court. De todas formas, al final del reinado de Jorge IV, en 1830, el Pug ya no estaba de moda, y hacia mediados del siglo XIX su popularidad ya había declinado.
El declive del Pug no pasó desapercibido, en forma alguna, por el escritor Taplin, que escribió acerca de esta raza: «…no es útil para practicar ningún tipo de deporte, no apropiado para nada útil, susceptible a no tener pasiones dominantes…». Estos comentarios no habrían servido, con toda seguridad, para potenciar la popularidad de esta raza que fue conocida, con enorme rapidez y bastante despectivamente, como «mascota para señoras mayores».
Pero el Pug no quedó falto de aprecio por mucho tiempo, gracias en parte a la reina Victoria, que era una gran aficionada a los perros y que tenía Pug, además de perros de muchas otras razas. Es probable que sus primeros Pug le fueran entregados por parientes de familias reales de la Europa continental. Parece que tuvo estos perros como perros de guardería, cosa de lo más apropiada para esta raza, que se lleva muy bien con los niños.
El príncipe de Gales regaló un Pug llamado Bully a su esposa, la reina Alejandra, antes de partir hacia un viaje por la India. Por supuesto, la reina Alejandra también era muy conocida por su afición a los perros y mostró un gran interés por los certámenes caninos de belleza, actividad crecientemente popular, especialmente entre los propietarios de Pug.
Existían dos líneas o estirpes principales en Gran Bretaña en las primeras décadas del siglo XIX. Un tabernero llamado Mr. Morrison crió Pug de color leonado claro en Waltham Green, y Lord y Lady Willoughby d’Eresby utilizaron ejemplares importados para mejorar el tipo. Existen algunas conjeturas acerca de si los d’Eresby obtuvieron dos Pug de manos de un funámbulo ruso o si se hicieron con un ejemplar de manos de una condesa húngara que vivía en Viena. De todas formas, los Pug de Morrison desempeñaron un importante papel en el desarrollo de esta raza en Gran Bretaña en sus primeros tiempos. Se ha sugerido que los perros del criadero Willoughby procedían directamente del criadero real de la reina Carlota. Con el tiempo, las dos líneas se unieron y así, hasta cierto punto, perdieron su individualidad, aunque hoy día estas características líneas todavía se nos muestran de vez en cuando.
Aunque su leyenda no tiene, necesariamente, ninguna base, los Pug de color albaricoque-leonado Lamb y Moss también tuvieron un papel destacado. Se dice que sus padres fueron capturados durante el sitio del palacio de verano en China durante la década de 1860 y parece que fueron traídos a Inglaterra por el marqués de Wellesley, donde fueron entregados a una señora llamada Mrs. St. John. Puede que esto no sea del todo cierto, ya que hay varios hechos que no concuerdan con la historia, pero lo que sí es cierto es que estos dos perros fueron los padres de Click, uno de los ejemplares más famosos de la historia de esta raza. Fue un valiosísimo semental que procreó algunas hembras excelentes y también tuvo una gran influencia sobre la raza en los EE.UU.
Pug Negros
En 1877, el color negro fue considerado como un color «nuevo» en esta raza. Siempre se ha debatido acerca del origen de los Pug negros de Lady Brassey, quien exhibió algunos ejemplares de este color en la exposición canina de belleza de Maidstone en 1886. Uno de ellos era Jack Spratt, que puede que hubiera sido adquirido por Lady Brassey durante su corto viaje a China.
De todas formas, aunque entonces se consideró que el negro era un color nuevo, sabemos, gracias a los cuadros de William Hogarth, que los ejemplares negros eran anteriores a esa época. El cuadro de Hogarth House of Cards, pintado en 1730, muestra a un Pug negro. Cien años más tarde, la reina Victoria tuvo uno con manchas blancas. Puede que éste llegara a Inglaterra procedente de China como regalo para la reina.
Se ha dicho que los Pug negros habían sido criados en Inglaterra mucho tiempo atrás, pero como habían sido criados a partir de ejemplares de color leonado y albaricoque, se consideró que se trataba de mutaciones y, por ello eran sacrificados al nacer. De todas formas, también es posible que estos perros «negros» no fueran negros verdaderos (ébano), sino tiznados, y que como resultado no fueran considerados atractivos.
En 1896, se hicieron esfuerzos por exhibir al Pug negro como si se tratara de una variedad obtenida en Inglaterra, pero a pesar del considerable apoyo, no fue permitido. Un famoso Pug negro llamado Nigger Sam era también conocido como «el Pug cantor». Parece ser que cuando se le daba un acorde con el piano o tarareando, captaba la nota y cantaba totalmente afinado. El Pug negro tenía, ciertamente, sus admiradores y se ha escrito que en 1900 dos de ellos fueron vendidos y llevados a Nueva York por un total de 350 libras esterlinas.
El Pug en el arte
Muchos artistas han incluido al pequeño y encantador Pug en sus cuadros y, gracias a ellos, contamos con un buen indicador de los ejemplares en cada época. Goya retrató algunos hermosos ejemplares de esta raza, y a partir de ellos podemos decir que su calidad era alta en España.
William Hogarth (1697-1764) era propietario de un Pug. Su Autorretrato es muy conocido y muestra al artista con su perro. También incluyó a Pug en otros retratos y cuadros de familia.
Reingale es otro artista conocido por pintar animales y que retrató al encantador Pug en sus obras. Muchos libros antiguos de perros incluyen grabados de esta adorable raza, aunque no todos ellos han sido apreciados por los aficionados al Pug. Aunque existen otros muchos retratos dignos de mención, Blonde and Brunette, pintado por Charles Burton Barber en 1879, es uno de mis favoritos y muestra a una joven dama absorta en su libro mientas su Pug descansa cómodamente apoyado sobre su brazo.
La porcelana de Meissen, o la de Dresde, es también famosa por sus figuras de Pug. Los perros tienen unas poses maravillosas y reales, como por ejemplo rascándose o unos cachorros mamando de su madre. Ciertamente, el Pug debe encontrarse entre las razas más populares plasmadas en porcelana y en otros objetos coleccionables. La mayoría de los del siglo XVIII alcanzan precios muy altos e incluso los del siglo XIX son cada vez más escasos. A veces se ven piezas de porcelana en las que los Pug tienen las orejas cortadas y muchos llevan campanillas en sus collares, lo que hace que resulten todavía más encantadores.
Por otro lado, el Pug aparece en cajitas de rapé, recipientes para el tabaco y en pisapapeles, además de en topes de puertas. De una forma un tanto diferente, el Pug también fue retratado por los francmasones alemanes. La imagen del Pug fue utilizada como símbolo de testarudez cuando el Papa excomulgó a los francmasones en 1736.
Citas en las que aparece el Pug
El Pug es una raza tan singular y encantadora que muchos autores notables han escrito en verso y en prosa acerca de ella. En 1685 Tate habla del Pug en Cuckholds-Haven cuando Clogg se compara a sí mismo, entre otras cosas, con un Pug. Cuando entregaba una carta decía: «Querida y delicada dama, soy su pequeño periquito, su gorrión, su melenudo, su Pug, su ardilla». (Un «melenudo» era un perro Maltés).
En 1728, el poeta Gay escribió: El pobre Pug fue capturado y llevado a la ciudad, Allí fue vendido. Como se envidió su suerte, Hecho cautivo en la habitación de una señora.
Y poco después, en 1740, David Garrick habla del Pug en Lethe AEsop in the Shades. A Mrs. Tatoo se le describe como a alguien que «tiene un perro Pug y odia a los clérigos».
Gente famosa y sus Pug
Muchas personas muy respetadas y famosas fueron devotos propietarios de Pug durante los siglos XIX y XX. Entre ellos se encontraban la reina Victoria, que tuvo 36 Pug a lo largo de su vida, la reina Alejandra y el duque y la duquesa de Windsor.
Sotheby’s, de Nueva York, vendió una fabulosa colección de objetos del hogar parisino del duque y la duquesa, y en la sala de licitaciones aparecieron unos 120 Pug para ser subastados. Muchos objetos de recuerdo en los que aparecía este perro alcanzaron precios espléndidos, y un cuadro de un Pug con una muñeca japonesa alcanzó los 36.800 dólares. Incluso una almohada bordada que mostraba la cabeza de un Pug se adjudicó por más de 13.000 dólares y por un grabado de plata del duque de Windsor con el Pug Dizzy se pagaron 18.400 dólares. Un cuadro de un Pug negro sentado en una silla amarilla se vendió por 26.450 dólares.
El Pug en los EE.UU.
En los EE.UU. el Pug fue aceptado para su inscripción en el libro de orígenes genealógico del American Kennel Club en 1885. Allí, al igual que en otros países, se encuentra clasificado en el grupo de perros miniatura. Para la FCI esta raza forma parte del grupo de perros de compañía. La raza es popular como mascota en los Estados Unidos, donde también ha sobresalido en el ring de los certámenes caninos de belleza. En 1981 Ch. Dhandys Favorite Woodchuck (propiedad de Robert A. Hauslohner) fue el primer ejemplar de esta raza en ganar el premio al Mejor de la Exposición en el certamen canino de belleza del Westminster Kennel Club. Hasta la fecha éste ha sido el único Pug que ha conseguido este gran triunfo.
FUENTE: www.mundoanimalia.com